miércoles, 27 de julio de 2011

Llega la vieja dama/ Teatro de Dürrenmatt




Por Juan Carlos Lemus

Es difícil montar una obra que fue concebida en una cultura tan distinta a la nuestra, como la suiza.
El autor Friedrich Dürrenmatt escribió La visita de la vieja dama en 1956. En ella toca a profundidad los más oscuros problemas de la condición humana, a la vez que siembra en sus personajes un gran sentido del humor.

El grupo de teatro hondureño Asociación Cultural Memorias ofrecerá en el país una función única de este drama.
Es un montaje itinerante que se ha presentado con éxito en las más importantes salas teatrales de Centroamérica.
¿Qué la hace tan atractiva? A decir verdad, se trata de un texto excelente, seleccionado por un director formidable y actuado por un grupo carismático y disciplinado. ¿Qué más se puede pedir de una obra de teatro? Escribir tantos adjetivos compromete, naturalmente, a quien los escribe y a la compañía de teatro a la que van dirigidos, pero asumimos el compromiso porque cualquiera que asista a la función de mañana podrá comprobarlo. Es más, este comentario se torna —admitámoslo— riesgosamente profético, pero está amparado en tres factores que compartiremos a continuación.

El primero, que se trata de un divertido y perverso drama del suizo Dürrenmatt, en el cual nadie bostezará de aburrimiento; segundo, la dirección es del hondureño Tito Ochoa, un experimentado hombre de teatro formado en la República Checa y que en la actualidad es uno de los más audaces directores teatrales de Centroamérica.
La marca de Ochoa se nota por una saludable combinación teórica de las academias europeas, con el relajamiento mestizo centroamericano, al cual inyecta, sin duda, el toque más ampliamente latinoamericano adquirido en su larga estadía en Colombia, donde actuó, dirigió y fundó grupos teatrales.
Tercero, el montaje lo ofrece una compañía de actores formados con evidente rigurosidad y que supieron darle a esta obra el punto exacto de adaptación interpretativa exigido por su director; hablamos de ese punto que no admite falsear la esencia dramatúrgica a cambio de ofrecer chistes fáciles, micos tropicales y parodias subnormales. Al contrario, conserva la gracia y añade ese relajamiento per se divertido que brota de la región centroamericana.
Pero ahora es justo compartirles de qué trata la obra.


Es una historia en la que te enterarás:

-De un pueblo empobrecido que encuentra una luz al final de túnel.
-Esa luz al final del túnel es la llegada de una hermosa mujer —en realidad vieja y gorda, pero multimillonaria y, por lo tanto, hermosa—.
-El espectador se enterará de cómo el amor puede más que el dinero.
-De cómo —a decir verdad— el dinero puede más que el amor.
-De cómo el resentimiento puede más que el amor y el dinero juntos.
-De por qué la millonaria ofrece darle mil millones de dólares al pueblo.
-Y de la condición criminal que pide a cambio de cumplir con su promesa.
Vi este montaje, con los mismos actores, hará unos tres meses, en “el gallinero”. Así llaman popularmente a la parte más alta del Teatro Nacional Manuel Bonilla de Tegucigalpa, Honduras, un sitio donde hace un calor de todos los diablos porque está muy cerca del techo. La razón de verlo desde allí fue que el teatro estaba repleto. Tito Ochoa es ya un ícono teatral en su país, crea expectativas, al menos entre los amantes del teatro.
Los actores de la Asociación Cultural Memorias son fabulosos. Podemos admirar sus buenas actuaciones, además de su gran gusto por lo que hacen. Son ellos José Luis Recinos, Gary Názar, Inma López, José Luis López, Guadalupe Ramírez, Ana Sofía Velázquez, Santos Salgado e Ignacio Solano. Montan esta obra gracias al apoyo que reciben de la Cooperación Suiza en América Central.

No solo se pasa un buen rato al ver esta obra, si se escarba profundamente después de verla, cualquiera se da cuenta de que contiene una seriedad inmensa, pues Dürrenmatt pone en escena los más mezquinos y putrefactos problemas políticos y sociales que destruyen a cualquier nación.