jueves, 5 de noviembre de 2009

Murió el Filósofo

Ha muerto un gran pensador. ¿Cuántos más deberán morir?

Creo que en nuestro país no hemos sabido escuchar ciertas voces importantes que apuntan hacia el horizonte. Serán las generaciones futuras las que deberán conocer la obra de grandes intelectuales como la del recientemente fallecido Jaime Barrios Peña (Guatemala, 1922- Estocolmo, Suecia, 2009).
Autor de más de 20 libros y gran cantidad de artículos sobre psicoanálisis, educación, antropología, arte y filosofía, tiene un extenso currículo que ocuparía unas páginas del diario. Solo escribiré un par de datos: doctor en Filosofía especializado en Psicología, con estudios en universidades de varios países; fue diplomático durante 18 años, tiempo durante el cual realizó festivales folclóricos en el extranjero; organizó conferencias, algunas de las cuales en su momento fueron dictadas por Miguel Ángel Asturias; colaboró con la llegada del Ballet Nacional de Guatemala en el Teatro Colón de Bogotá, y el Festival de Comunidades Indígenas en el Teatro San Martín de Buenos Aires.
En agosto del 2003 le hice una entrevista, y quisiera citar una de sus respuestas.

JCL: ¿Por qué decidió vivir fuera de Guatemala?
JBP: “Circunstancias familiares y profesionales, pero esto no quiere decir que olvide a un pueblo que corre por mis venas como tradición, canto de pájaros en las selvas, vuelo de tucanes, murmullos de selva entre pirámides, las posadas, las procesiones y la voz amanecida de nuestras auroras”.

Muy poco es lo que podemos hacer desde los medios de comunicación por atraer la atención hacia los grandes intelectuales como Barrios Peña. Si mucho, alguna mención, alguna entrevista y algo de persistencia para la memoria. Pero es casi nulo el interés que por ellos muestran las universidades —las privadas y la pública—, las escuelas de arte y los entes magisteriales.
Se suele achacar la falta de apoyo a los artistas -y casi siempre es una queja razonable, pues los periodistas muchas veces no pasan de escribir dos líneas a manera de anuncio o refríen un boletín-, pero es todavía más reprochable el desdén e indiferencia que demuestran sus colegas y académicos al artista.
Como Barrios Peña, hay escritores, pintores, investigadores, músicos, actores de teatro que tienen 20 ó 50 años de vivir en Suiza, Italia, México, Francia, Alemania, Japón, Estados Unidos y otros países.
¿Es que tienen que morir para ser recordados? ¿Qué universitarios conocen a Carlos Solórzano, ese ilustre escritor que vive en México y cuya obra es 10 veces más importante que la de Monteforte Toledo? —Y lo digo sin interés en provocar a sus devotos, pues solo me interesa explicar la importancia de lo ignorado—.
¿Qué decanos de Humanidades han hecho contacto con el destacado actor Mario González que instruye a cientos de artistas europeos? ¿Han oído hablar del pintor Jacobo Rodríguez Padilla, quien vive en Francia? ¿Fueron los humanistas a ver la prodigiosa actuación de la actriz Carmen Samayoa, cuando vino por unos días a Guatemala? ¿Saben nuestros intelectuales que uno de los mejores violinistas del mundo es Henry Raudales? ¿Es que han oído hablar de Luis E. Rivera, Antonio Cosenza, Abel Solares, Julio Cambranes, Francisco Nájera, Rina Lazo, Erwin Schumann, etcétera?
¿Cuántos estudiantes de filosofía, docentes de esa materia y los historiadores conocen la obra del doctor Barrios Peña? ¿Saben ellos, por ventura, que él habría llegado gustoso a charlar con los estudiantes a las facultades -venía a su tierra de cuando en cuando- y que habría dado conferencias sin interés económico alguno?
La muerte del filósofo nos recuerda que “es un soplo la vida”; pero, además, que deberíamos volver los ojos hacia muchos guatemaltecos que, como él, tienen bien ganado un amplio reconocimiento.
Y no solo los que viven en el extranjero; recordemos, a propósito, su libro Herederos del espíritu de Kukulkán (Artemis Edinter), ensayo sobre artistas de la plástica guatemalteca (Carlos Mérida, González Goyri, Grajeda Mena, Jacobo Rodríguez Padilla, Dagoberto Vásquez, Abularach, Recinos, Roberto Cabrera, Quiroa, Magda Eunice Sánchez, Luis Díaz, Élmar Rojas, Ramón Banús, El Tecolote Ramírez Amaya y Erwin Guillermo).



(Mi otro Blog, bienvenido/as a:La Era del Moscardón:

3 comentarios:

  1. Juan Carlos, querido
    Qué tremenda entrada. Ay, no sé qué decir, estoy acongojada.
    Apapachos y gracias por abrirnos los ojos.

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  2. Apreciado Juan Carlos Lemus

    Muy buen artículo sobre una realidad que lamentablemente tiene pocos visos de cambiar aquí o allá. La mayoría, por no decir todos, vivimos fragmentados por una u otra situación o circunstancia que nos impide organizarnos en el extranjero. Yo lo he intentado por aquí y sólo he recibido silencios. Así que no me queda más que esperar el momento de la despedida con la satisfacción de haber soñado con un mundo más humano.

    Un fuerte abrazo y continúa cosechando caminos.

    Manuel Girón

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  3. a la larga los artistas en guatemala pareciera que no tienen cabida, se olvida facilmente. A mi me conmovio la muerte de Jaime, saber que de alguna manera la muerte siempre ronda. Que a la larga no es volverse famoso o importante, es que lo que uno pensó o hizo alguna vez, le es útil a alguien mas.
    Morir casi en el exilio, en el olvido. de una tierra que nunca sabrá sobre lo que uno hace. Si la obra perdura la historia se encargara de juzgar, una misma historia que nos juegue la vuelta.
    Que pasará después de nuestra muerte, en guatemala? la historia no se cansa de demostrar que muchas veces, nada...

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