[Bajo la dirección de Estuardo Galdámez (Septiembre, 2025)]
La música como destino trágico
La versión escénica de Amadeus presentada en la Sala
Manuel Galich, bajo la dirección de René Estuardo Galdámez, retoma el célebre
texto de Peter Shaffer (Reino Unido, 1926–2016) para reconstruir la confesión
de Antonio Salieri, músico de la corte vienesa, quien desde la vejez rememora
su envidia, su derrota y su fascinación ante el genio de Wolfgang Amadeus
Mozart.
La adaptación conserva los momentos esenciales del texto: la
llegada de Mozart (Jorge Fajardo) a Viena, su desencuentro con la corte, el
desdén del emperador José II, la ruina económica y el episodio del Réquiem.
El eje dramático se sostiene en la confesión del viejo compositor Salieri (José
Massella), que no solo se enfrenta a su rival, sino también a un Dios que —según cree— le negó el don del genio musical y se lo
otorgó al hombre obsceno y vulgar que fue Mozart. En efecto, el genio de la música era, al mismo tiempo, infantil, imprudente y grosero.
El montaje combina actuación, música en vivo y una
escenografía simbólica de notable eficacia visual. Galdámez opta por un lenguaje escénico de carga
simbólica. En lugar del naturalismo del siglo XVIII, elige un espacio abstracto
dominado por grandes teclas de piano móviles que sustituyen muebles y
decorados. Este elemento se convierte en metáfora central. El piano como
templo musical, prisión emocional, campo de batalla. Muro que intenta derribar Salieri.
Los contrastes cromáticos —los blancos y negros de las
teclas, el fondo de cortinaje oscuro y el centro iluminado en ámbar— refuerzan
la tensión entre armonía y resentimiento. La dirección logra un equilibrio
entre el barroquismo del texto y la sobriedad visual del espacio.
El elenco, integrado por estudiantes del Diplomado de Arte
Dramático, cumple con disciplina su función escénica. Puntuales en sus entradas y
salidas dan vida a un mundo cortesano trivial, voluptuoso y cómplice de la
hipocresía.
Con los estudiantes actúan los profesionales Massella y Fajardo.
José Massella ofrece una interpretación sólida de Salieri.
Su actuación, contenida y precisa, sostiene el ritmo narrativo y el peso
emocional de la obra. Logra expresar la fractura interior entre la fe y la
frustración. Su cuerpo, su voz y su manejo del silencio construyen con eficacia
la figura del hombre que reconoce la divinidad en otro y no puede soportarlo.
Massella pertenece a ese grupo reducido de actores cuyo epicentro
energético es particularmente fuerte y templado. Cualquier director que trabaje
dramas intensos, con actores de su tipo, se enfrenta al desafío de balancear su
fuerza junto a elencos experimentados o de reciente ingreso. Galdámez equilibra
con acierto esa potencia.
La tragedia de Salieri no radica en la derrota pública, sino
en la lucidez de comprender que la belleza absoluta puede residir en otro. Observar
esto reflejado en un rostro, el de Massella, es, sencillamente, el punto alto de
la poiesis.
Jorge Fajardo, como Amadeus, encarna con acierto el
temperamento impulsivo y festivo del personaje. Evita caer en la caricatura y
consigue un Mozart ligero y espontáneo, aportando el toque lúdico y soberbio
que caracteriza a su personaje.
No obstante, su desarrollo se ve ocasionalmente interrumpido
por la alternancia con el pianista Josué Jocop, quien interpreta en vivo
fragmentos de las composiciones del genio. Si por una parte Galdámez logra aprovechar
de la energía joven ese ímpetu naciente, y la fuerza atemperada de los actores
profesionales, por otra toma una decisión
problemática al elegir a dos intérpretes para representar a Amadeus.
El inconveniente radica en que uno de ellos no es actor, sino
músico. Como consecuencia, a ratos parece que el Mozart al piano acompaña los
acontecimientos en vez de habitarlos.
La música, esencial en cualquier versión de Amadeus,
adquiere aquí una presencia física mediante el pianista Josué Jocop. Sin
embargo, la integración entre el actor y el músico no llega a consolidarse. En
ciertos momentos, la alternancia diluye la fuerza dramática, y el sonido, en
vivo o grabado, —a veces superpuesto a los parlamentos— genera una ruptura del
ritmo escénico.
El director optó por lo fácil, colocar a dos a la vista, y
al hacerlo introdujo un artificio que distrae del núcleo trágico.
Por otra parte, en la escena donde Mozart dirige una ópera
de su autoría, Fajardo opta por un modo de hacerlo equiparable al Mozart de
aspecto juguetón, como si fuese un aficionado. Sin embargo, genio y persona fueron muy distintos. De hecho, en
el texto de Shaffer las veces que acota la participación de Mozart dirigiendo, señala:
“El brillante final del Rapto de
Serrallo nos invade. Todo el elenco está alineado en el escenario. Mozart
dirige con alegre entusiasmo”.
(The brilliant Turkish finale of Seraglio bursts over us. All
the cast is lined up on stage. Mozart is conducting with happy excitement).
En otra parte, agrega: “Mozart dirige y toca en un estado reflexivo”, o “Vemos a Mozart dirigiendo, pálido y absorto”.
Es decir, alegre
entusiasmo no equivale a dirigir en forma juguetona, como si se tratara de un Mozart aficionado.
Otro de los aciertos de este montaje es el diseño de
vestuario y maquillaje —realizado por los propios actores, según el director—.
Los trajes rococó y el cercano al neoclásico —el de Salieri—, las pelucas y
encajes recrean con detalle el ambiente cortesano, mientras el maquillaje, con
líneas acentuadas y lunares visibles, aporta un aire farsesco sin caer en la
exageración.
La producción del Diplomado de Arte Dramático de la
Universidad Popular ofrece un trabajo serio y visualmente vigoroso. La
dirección de René Estuardo Galdámez demuestra sensibilidad para equilibrar el
lenguaje simbólico con la emoción dramática, mientras las interpretaciones de
José Massella y Jorge Fajardo sostienen con solvencia los polos del conflicto.
En su conjunto, esta versión de Amadeus confirma el
potencial del teatro formativo cuando se sostiene en la disciplina, la fe en el
arte y la búsqueda estética. Es una puesta lúcida e intensa.
Crítica teatral: Amadeus, de Peter Shaffer
Sala Manuel Galich — Dirección: René Estuardo Galdámez
Actuaciones: José Massella (Salieri), Jorge Fajardo (Amadeus)
Interpretación musical: Josué Jocop (piano, como Amadeus)
Producción del Diplomado de Arte Dramático de la Universidad Popular
Josué Jocop y Jorge Fajardo (Amadeus)
José Massella (Salieri)
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