viernes, 17 de octubre de 2025

Amadeus: lectura escénica

[Bajo la dirección de Estuardo Galdámez  (Septiembre, 2025)]


AMADEUS

La música como destino trágico  





Por Juan Carlos Lemus

La versión escénica de Amadeus presentada en la Sala Manuel Galich, bajo la dirección de René Estuardo Galdámez, retoma el célebre texto de Peter Shaffer (Reino Unido, 1926–2016) para reconstruir la confesión de Antonio Salieri, músico de la corte vienesa, quien desde la vejez rememora su envidia, su derrota y su fascinación ante el genio de Wolfgang Amadeus Mozart.

La adaptación conserva los momentos esenciales del texto: la llegada de Mozart (Jorge Fajardo) a Viena, su desencuentro con la corte, el desdén del emperador José II, la ruina económica y el episodio del Réquiem. El eje dramático se sostiene en la confesión del viejo compositor Salieri (José Massella), que no solo se enfrenta a su rival, sino también a un Dios que según cree— le negó el don del genio musical y se lo otorgó al hombre obsceno y vulgar que fue Mozart. En efecto,  el genio de la música era, al mismo tiempo, infantil, imprudente y grosero.

El montaje combina actuación, música en vivo y una escenografía simbólica de notable eficacia visual. Galdámez opta por un lenguaje escénico de carga simbólica. En lugar del naturalismo del siglo XVIII, elige un espacio abstracto dominado por grandes teclas de piano móviles que sustituyen muebles y decorados. Este elemento se convierte en metáfora central. El piano como templo musical, prisión emocional, campo de batalla. Muro que intenta derribar Salieri.

Los contrastes cromáticos —los blancos y negros de las teclas, el fondo de cortinaje oscuro y el centro iluminado en ámbar— refuerzan la tensión entre armonía y resentimiento. La dirección logra un equilibrio entre el barroquismo del texto y la sobriedad visual del espacio.

El elenco, integrado por estudiantes del Diplomado de Arte Dramático, cumple con disciplina su función escénica. Puntuales en sus entradas y salidas dan vida a un mundo cortesano trivial, voluptuoso y cómplice de la hipocresía.

Con los estudiantes actúan los profesionales Massella y Fajardo.

José Massella ofrece una interpretación sólida de Salieri. Su actuación, contenida y precisa, sostiene el ritmo narrativo y el peso emocional de la obra. Logra expresar la fractura interior entre la fe y la frustración. Su cuerpo, su voz y su manejo del silencio construyen con eficacia la figura del hombre que reconoce la divinidad en otro y no puede soportarlo.

Massella pertenece a ese grupo reducido de actores cuyo epicentro energético es particularmente fuerte y templado. Cualquier director que trabaje dramas intensos, con actores de su tipo, se enfrenta al desafío de balancear su fuerza junto a elencos experimentados o de reciente ingreso. Galdámez equilibra con acierto esa potencia.

La tragedia de Salieri no radica en la derrota pública, sino en la lucidez de comprender que la belleza absoluta puede residir en otro. Observar esto reflejado en un rostro, el de Massella, es, sencillamente, el punto alto de la poiesis.  

Jorge Fajardo, como Amadeus, encarna con acierto el temperamento impulsivo y festivo del personaje. Evita caer en la caricatura y consigue un Mozart ligero y espontáneo, aportando el toque lúdico y soberbio que caracteriza a su personaje.

No obstante, su desarrollo se ve ocasionalmente interrumpido por la alternancia con el pianista Josué Jocop, quien interpreta en vivo fragmentos de las composiciones del genio. Si por una parte Galdámez logra aprovechar de la energía joven ese ímpetu naciente, y la fuerza atemperada de los actores profesionales, por otra toma una decisión problemática al elegir a dos intérpretes para representar a Amadeus.

El inconveniente radica en que uno de ellos no es actor, sino músico. Como consecuencia, a ratos parece que el Mozart al piano acompaña los acontecimientos en vez de habitarlos.  

La música, esencial en cualquier versión de Amadeus, adquiere aquí una presencia física mediante el pianista Josué Jocop. Sin embargo, la integración entre el actor y el músico no llega a consolidarse. En ciertos momentos, la alternancia diluye la fuerza dramática, y el sonido, en vivo o grabado, —a veces superpuesto a los parlamentos— genera una ruptura del ritmo escénico.

El director optó por lo fácil, colocar a dos a la vista, y al hacerlo introdujo un artificio que distrae del núcleo trágico.

Por otra parte, en la escena donde Mozart dirige una ópera de su autoría, Fajardo opta por un modo de hacerlo equiparable al Mozart de aspecto juguetón, como si fuese un aficionado. Sin embargo, genio y persona fueron muy distintos. De hecho, en el texto de Shaffer las veces que acota la participación de Mozart dirigiendo, señala: “El brillante final del Rapto de Serrallo nos invade. Todo el elenco está alineado en el escenario. Mozart dirige con alegre entusiasmo”.

(The brilliant Turkish finale of Seraglio bursts over us. All the cast is lined up on stage. Mozart is conducting with happy excitement).

En otra parte, agrega: “Mozart dirige y toca en un estado reflexivo”, o Vemos a Mozart dirigiendo, pálido y absorto”.

Es decir, alegre entusiasmo no equivale a dirigir en forma juguetona, como si se tratara de un Mozart aficionado.

Otro de los aciertos de este montaje es el diseño de vestuario y maquillaje —realizado por los propios actores, según el director—. Los trajes rococó y el cercano al neoclásico —el de Salieri—, las pelucas y encajes recrean con detalle el ambiente cortesano, mientras el maquillaje, con líneas acentuadas y lunares visibles, aporta un aire farsesco sin caer en la exageración.

La producción del Diplomado de Arte Dramático de la Universidad Popular ofrece un trabajo serio y visualmente vigoroso. La dirección de René Estuardo Galdámez demuestra sensibilidad para equilibrar el lenguaje simbólico con la emoción dramática, mientras las interpretaciones de José Massella y Jorge Fajardo sostienen con solvencia los polos del conflicto.

En su conjunto, esta versión de Amadeus confirma el potencial del teatro formativo cuando se sostiene en la disciplina, la fe en el arte y la búsqueda estética. Es una puesta lúcida e intensa.  



Crítica teatral: Amadeus, de Peter Shaffer

Sala Manuel Galich — Dirección: René Estuardo Galdámez
Actuaciones: José Massella (Salieri), Jorge Fajardo (Amadeus)
Interpretación musical: Josué Jocop (piano, como Amadeus)
Producción del Diplomado de Arte Dramático de la Universidad Popular



                     Josué Jocop y Jorge Fajardo (Amadeus)

 

                                            José Massella (Salieri) 

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